Medea
de Eurípides es un caso muy particular en la literatura de esa época, siglo V
A.C, ya que se presenta la protagonista como “una mujer más” que luego
desencadena varias situaciones poco creíbles para alguien del género femenino
en ese entonces.
Antes de contar la historia del personaje en profundidad,
Medea aparece en el mito “El Vellocino de Oro”, donde asesina a su hermano,
traiciona a su padre y hace muchas más maldades solo por su amado, Jasón.
Ahora bien, la obra comienza con nuestra protagonista
despechada respondiéndole al Coro de la obra, ya que había sido abandonada por Jasón
luego de que éste se casa con una princesa griega, Glauce, la hija de Creonte,
el rey de Corinto. Esto deja a Medea resentida y despechada posteriormente de
que su marido la deje sola con sus dos hijos: “¡Ay!” Desgraciada de mí, que
infeliz, que dolor ¡Ay! ¡Ay! ¿Cómo puedo morir?
Además, Creonte, el padre de Medea, quiere desterrarla de su
ciudad por miedo al desequilibrio que pueda causar por el motivo de que era una
poderosa hechicera. Medea, ante esta situación, tiene que recurrir al
sentimiento de víctima, diciendo que no tiene adonde ir porque ha sido
abandonada, luego trata de convencerlo diciéndole que extraña su patria y,
siendo extranjera, no tiene un lugar a donde ir por haber traicionado a su
familia: “ ¡Oh patria mía, que recuerdo tengo de ti!”. Pero el punto débil de
Creonte lo encuentra en la respuesta al siguiente comentario de Creonte “También
yo la amo a mi patria mucho, pero más a mis hijos”.
Medea busca ganar un día de refugio en la ciudad diciéndole que
la entienda por ese amor hacia los hijos que él tiene diciendo: “Déjame que me quede
tan solo el día de hoy para poder ser mi exilio y a mis hijos recursos
buscarles […]”. Él decide aceptar bajo la condición de quedarse hasta la mañana
del día siguiente: “[…] más te advierto que, si os ve la luz del dios que ha de
llagar mañana a ti y a tus hijos dentro del país, morirás […]”.
Al principio de este episodio, nos muestra a nuestra
protagonista en una posición de madre preocupada por el paradero de sus hijos y
las condiciones de este, pero al ver que no está convenciendo a Creonte, apela
al sentimiento de patria, mostrándose patriota y fiel a su reino, aunque esto
no convence a su padre. Finalmente, Medea termina tomando una postura muy firme
pidiéndole un día más por amor a sus hijos, la cual su padre aprueba por un día.
Seguidamente en un dialogo con Jasón, éste le explica que la razón
por la que se estaba casando con la princesa era para tener el título de príncipe
en Corinto y poder darle dinero a sus hijos y a ella:” […] Y por ti me
preocupo, mujer, para que no vayas con tus hijos en la inagena o estando en la
necesidad […]”
Pero ella no quiere solo dinero, quiere que su marido vuelva
con ella y con sus hijos para ser una familia corriente. Al final esta se niega
de ambas opciones al ver que Jasón no piensa regresar y decide no aceptar su
dinero y mantener ella sola a sus hijos (cosa que nadie creería en ese
entonces): “No pienso con tus huéspedes tener el menor trato ni de ti recibir
nada; no me lo ofrezcas; no aprovechan los dones del hombre que es perverso”.
Luego de la discusión con Jasón, Medea va en busca de medidas
para poder llevar a cabo esta vida de “madre soltera” en el siglo V A.C, y la
encuentra cuando habla con su viejo amigo, Egeo. Este le cuenta que estaba
desesperado porque no puede tener hijos con su esposa, así que Medea le ofrece,
a cambio de hospedaje, a cambio de hacer fértil a su mujer con sus poderes de
hechicera y este termina aceptando la oferta.
En la obra, se lo define a Jasón como un héroe pasivo ya que
este trata de resolver los problemas económicos de sus hijos y de su matrimonio
de la manera más fácil: casándose con una princesa. Además, se lo considera “pasivo”
por el hecho de que no hace ningún esfuerzo en trabajar y poder mantener a su
familia el mismo.
En conclusión, Medea transgrede ese modelo clásico de mujer
aceptado socialmente cuando decide no quedarse sentada en el palacio de la
nueva esposa de Jasón recibiendo dinero de él. Además se enfrenta a este y a su
padre para defender a sus hijos y a ella misma, incluso decide no hacerle caso
al Coro cuando este siempre la apoyó excepto cuando quiere matar a sus propios hijos por ser de Jasón también. Medea
se defiende sola en el siglo V A.C y eso la convierte en una heroína.